mujer triste

El maltrato y su comienzo, la verdad absoluta

Hablando de la verdad absoluta, debo decir que todo lo que se va a decir en este artículo, está basado en hechos reales.

Hace poco tiempo, a través de las redes sociales, tuve la “gran suerte”, de encontrarme a un personaje curioso; dicho personaje no estaba de acuerdo con mi forma de trabajar; al menos así me lo comentó por privado, cuando le pregunté al cabo del tiempo; este personaje, decidió que, como mi sistema no estaba acorde con sus pensamientos, lo más adecuado era intentar ridiculizarme públicamente; para ello comentaba todas mis entradas con comentarios absurdos y fuera de lugar.

Es decir, no sólo pensaba que su forma de trabajar era la única válida, sino que, sin preguntarme nada acerca de mi sistema y, por qué hago las cosas que hago, se erigió en juez, jurado y verdugo.

¿Eso, en algún sentido, no podría llamarse agresión psicológica?

Como es evidente, se creó una “conversación de besugos” que no llegaba a ninguna parte; lógicamente, no quedó más remedio, que apartarle de mis redes.

¿Con qué derecho una persona puede optar por tomar semejante actitud?

Por desgracia, el complejo de “Dios”, abunda más de lo deseado.

También me he encontrado, con personas con ideologías opuestas a las mías; y no hablo ya de política, pues en ese tema no quiero ni entrar; me refiero a ideologías sociales; estos casos casi son peores, pues se amparan en las conductas sociales correctas para hablar de forma natural; después, cuando se relajan, pretenden imponer su forma de pensar, a cualquier persona que opine de forma distinta.

En una conversación educada y controlada, parece que permiten la pluralidad de pensamientos; sin embargo, en cuanto “cogen confianza”, dejan salir la personalidad fanática y radical que llevan dentro.

Sé que no soy la única persona a la que le ha pasado éste tipo de situaciones; la de encontrarse con personajes que consideran:

  • poseer la “Verdad absoluta”
  • creer que sus opiniones son las únicas válidas
  • que todos estamos a un nivel inferior y no sabemos tanto como ellos
  • el sistema de ridiculizar, como un “Castigo por nuestro bien” y la agresividad como algo natural
  • su experiencia es la base de toda sabiduría; por ello, deben estar en puestos de mando y dirigiendo a los demás
  • el derecho de tener la última palabra en todo como algo fundamental
  • intolerantes ante cualquier atisbo de opinar de forma distinta
  • la culpa siempre es de los demás
  • y, por supuesto, jamás cometen errores…

Estoy convencido que, a muchas personas que estén leyendo esto, la suma de todos estos rasgos les lleva a su mente el nombre de un perfil muy típico:

El de un/a maltratador.

Es muy triste ver, cómo existen personas que aún no han sido “detectadas” para incluirlos en este tipo de perfiles; están en todos los estamentos sociales y lo sabemos.

Con esto quiero dejar muy claro que, cualquier persona que se empecine en poseer la “verdad absoluta”, tiene un camino trazado para ser parte del grupo de los maltratadores. Quizá ese camino se pueda evitar, pero eso entra ya en las competencias profesionales de otro tipo de especialistas.

Debemos aprender a ser tolerantes, a comprender, a escuchar y, sobre todo, a preguntar antes de pensar y, jamás juzgar; hay personas que cumplen las características mencionadas más arriba; salvo un milagro, tienen muchos boletos de convertirse en elementos peligrosos para los que les rodean.

Es muy probable que ya no se pueda hacer nada por ellos, ya que jamás reconocerán todo esos rasgos (como bien es sabido); lo único que podemos hacer, es educar a nuestros descendientes; ellos aprenderán a ser mejores personas día a día, los educaremos a comprender; que empiecen por conocerse a sí mismos y a aceptar sus pros y sus contras; así podrán aceptar un mundo que ha crecido, en el que todas las opiniones son válidas y, sobre todo, que no existe una verdad absoluta; la verdad va siempre acompañada de experiencias, pensamientos y acciones.

Por lo tanto, no existe una sola verdad.

Mi lema es: “siempre hay un un punto de vista diferente”, e intento aplicarlo a todos los aspectos de mi vida; creo, después de las experiencias que estamos viviendo todos, que deberían incluirlo como subtítulo en todos los libros de los colegios e institutos.

Soy Coach, escritor y Formador de Coaches con más de 30 años de experiencia con estas herramientas. En el centro de Coaching, imparto cursos de certificación para Coaches y ofrezco sesiones tanto a empresas como a particulares, con herramientas muy específicas y personalizadas, para aumentar la rentabilidad y la productividad. Formo parte de una reconocida escuela de negocios y de una certificadora de Coaching internacional. Mi enfoque se basa en el Coaching esencial, sin dejarme influenciar por las tendencias actuales. Me considero un detective que busca identificar la brecha entre tus metas y tus capacidades, ofreciendo una perspectiva diferente a aquellos que interactúan conmigo.

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