(3) De cómo la vida y la profesión acaban entrelazadas
más de la profesión … Este es el tercer pensamiento de otros muchos que seguirán entrelazados con sus números correspondientes, y crearán el libro final.
Llegados a éste punto, no quiero tratar las formas básicas de la comunicación, ya que creo que de todos son conocidas y repasarlas a estas alturas me parece supérfluo. Aunque hay algunos puntos que no estaría de más recordar.
Jamás debemos olvidar que la persona a la que nos dirijamos para ofrecer un servicio, o simplemente para intentar conocerla, es un completo desconocido; no tenemos datos sobre sus gustos, preferencias ni aspiraciones; no sabemos qué puede gustarle en menor o mayor medida; probablemente no sabremos ni su nombre, así que tan sólo disponemos de la mejor arma de todas: nuestras ganas de comunicarnos, porque ganas tenemos ¿verdad?
Pues para comunicarnos lo principal es recordar que tenemos ante nosotros a una persona,
y que debemos tratarle como a nosotros nos gustaría que nos tratasen, es decir, usar esos valores tradicionales que a veces se olvidan, que se llaman respeto, educación y claridad. Y nada de interrogatorios violentos al principio de la conversación, ya que probablemente resulten intimidatorios y la persona que tenemos enfrente tomará la decisión de no querer compartir ningún café con nosotros. Siempre hay que tantear a esa persona con afirmaciones comunes y realizar preguntas generales que, a primera vista, seguramente parezcan inservibles, pero que pueden dar mucho juego e información, y sobre todo, lo más importante es que de esas preguntas obtendremos una respuesta.
Ya estamos hablando de sistemas de comunicación tocando algunos conceptos que son más importantes de lo que mucha gente cree: Las preguntas, las respuestas, la claridad en la conversación, el tanteo inicial, la comprensión y la famosa empatía.
Todos éstos conceptos podrán aplicarse a nuestras vida diaria conociendo personas o hablando con las que ya forman parte de nuestro círculo o bien a nivel empresarial,
tanto ejerciendo el rol de vendedor como de negociador en una mesa. Sea cual sea el uso que le demos, jamás debemos olvidar que nuestro estilo propio es el que marca la diferencia. Siempre debemos ser distintos a los demás, pero sin perder nuestra personalidad.
El deseo de querer ser distintos al resto de las personas que nos rodean es muchas veces un deseo constante en muchos círculos. Conseguir ser distinto es fácil, realmente sería suficiente con teñirnos el pelo de un color estrafalario o vestir con ropa realmente llamativa; sin embargo, ese ansia desmedida de querer destacar sobre los demás a veces nos hace comportarnos de formas muy alejadas a nuestra verdadera naturaleza.
Un ejemplo claro lo tenemos en esas personas que, conscientes de su poca capacidad para integrarse en sociedad, creen que hablando más alto, o vistiendo más a la moda o comportándose de una forma más “dura” podrán ser aceptados entre lo que ellos consideran un círculo VIP.
Evidentemente, el resultado de ese tipo de intento de integración, es algo grotesco que acaba generando en el sujeto más dolor que el existente originalmente. Ese tipo de personas no necesita cambiar su forma de vestir, hablar o su forma de enfrentarse a sus semejantes, tan sólo necesita descubrir su verdadera naturaleza, su
verdadero yo y aceptarlo tal como es; el sentimiento de seguridad que generaría ese descubrimiento sería suficiente para que la luz interior de esa persona atrajera a todas las polillas de unos cuantos metros a la redonda. Pero, ¿por qué no trabaja esos aspectos?
El estancamiento en las personas, la comodidad de las situaciones, el hastío ante situaciones repetitivas crea una vida lineal, con barreras infranqueables a los lados, y se construye una carretera recta que no permite ver más color que el del suelo que se está pisando en cada momento.
Para que una persona por sí sola sea capaz de descubrir cuál es el elemento de su entorno que le va a ayudar a salir del ostracismo, tan sólo debe fijarse en dicho entorno, captar las señales que se están emitiendo constantemente y traducirlas con el código correcto. Esto marcará el camino a seguir; y no es nada fácil. Después de haber encontrado ese camino, viene otra parte aún más difícil si cabe, atreverse a seguirlo; aquí entraríamos ya a hablar de los miedos y sus consecuencias.
Nuevamente sacamos a la luz otros elementos de la comunicación, la seguridad, el estilo propio, los miedos y el valor.
Parece que finalmente, ésta disertación va a ser algo más compleja de lo planteado inicialmente.