¿Cuándo debo alejar a una persona de mi vida?
Una cosa es terminar una relación, dejar de hablar a una persona por algún motivo o acabar algún tipo de comunicación; esto nos ocurre a todos constantemente, como se suele decir, “son cosas de la vida“. Sin embargo, hay veces en las que es mejor apartar completamente a una persona de nuestro lado, no mantener contacto nunca más y ni siquiera tener a esa persona ante nuestros ojos. En el artículo de hoy os quiero hablar sobre cuándo se debe alejar a una persona de mi vida.
Parece algo radical, pero estoy convencido de que todos, alguna vez, hemos dicho o pensado esto mismo.
Sin embargo, pensarlo y hacerlo son dos cosas diferentes. Generalmente, cuando hemos llegado a ese punto, es porque algo muy grave ha ocurrido… algo tan grave, que nos ha hecho estallar.
Pero quizá, lo que no hemos valorado, es que probablemente, hubiéramos debido hacerlo antes, y con ello habríamos evitado disgustos y malos tragos. No estoy diciendo que no deba existir comunicación (que sería el primer paso), sino que las decisiones importantes como esta, se deben tomar siempre cuando todos los demás sistemas hayan fallado.
Existe una premisa que debemos mantener durante toda nuestra vida:
Nosotros somos los importantes
Muchas veces, cuando hablo de este concepto a personas con las que trabajamos juntos, me contestan con frases tipo, estilo a estas: “mis hijos son antes“, “mi trabajo es más importante“, “mi familia es lo primero“, etc. Las personas que piensan así, han dejado de lado un hecho importantísimo.
Voy a explicarlo con un ejemplo muy claro: “Si no echamos gasolina al depósito del vehículo, no arranca, ni se mueve, ni vale para nada”; es decir, que para que un vehículo pueda desempeñar su función, además de sus mantenimientos y cambios de piezas, necesita combustible.
En las personas ocurre exactamente igual, pero que nadie piense en la comida como combustible. Si estuviéramos en un blog relacionado con el deporte, podríamos hablar de los alimentos como fuente primordial de combustible para los entrenamientos. Sin embargo, este es un blog relacionado con el estudio del comportamiento humano, por lo tanto, el combustible, es nuestra capacidad mental para realizar ciertas acciones.
Esta capacidad mental, se suele ver ampliamente mermada por los sucesos normales de la vida, como las preocupaciones, disgustos o problemas en general.
Muchas veces nos hemos encontrado en nuestro trabajo, o en la calle, a personas que parece que les cuesta andar, respirar, que no ven lo que tienen delante, que miran a la pantalla del ordenador y no ven nada, que cometen errores básicos al colocar papeles o hacer números o, que se les olvidan las cosas, o que dan malas contestaciones a personas que no tienen la culpa de nada… Los problemas pueden hacer tanto daño que, a veces, pueden estropear otras facetas de nuestra vida. En este caso, es normal preguntarse ¿Cuándo debo alejar a una persona de mi vida?
¿Creéis que estas personas, con sus problemas o disgustos, están capacitadas para rendir adecuadamente? claro que NO.
El combustible que precisan estas persona, no es comida, sino un ajuste de su actitud y a su capacidad de reacción ante determinadas situaciones. En este artículo, no vamos a hablar sobre todas las situaciones que se pueden dar en la vida y cómo reaccionar ante ellas, ya que sería algo interminable, pero sí vamos a hablar de las personas que “parecen” ser tóxicas, o que nos generan unas ganas locas de separarnos de ellas para siempre, y no sabemos por qué.
Nunca olvidemos que:
“Si nosotros estamos bien, nuestro mundo estará bien, porque tendremos las fuerzas necesarias para hacerlo mejor“. Así que nuestro esfuerzo primario, debe estar orientado a que nosotros estemos siempre bien, para hacer que los demás también se encuentren bien.
Si tenemos a personas a nuestro alrededor que nos producen estas sensaciones negativas habladas anteriormente, el procedimiento inicial es básico: generar una conversación productiva, en la cual se plantee lo que está ocurriendo.
En esta fase, es probable que nuestra deducción lógica, nos lleva a valorar si realmente debemos trabajar la paciencia, ya que las relaciones, como norma general, son complicadas, y quizá haya que darle a esa persona más oportunidades. También puede ser, que creamos que lo mejor es alejarnos poco a poco, a ver si la persona se da cuenta de lo que ocurre y realiza un cambio “milagroso”. Por nuestra cabeza, pasarán muchas ideas reconciliatorias en esta fase, generalmente provocadas por el miedo a tomar decisiones, que ralentizarán el proceso.
Así como sea esa persona, el resultado de nuestras gestiones será positivo o negativo y, en base a eso, pasaremos a la siguiente fase. Si dicho proceso de comunicación, que puede durar desde una hora, hasta lo que creamos conveniente (incluso meses) no ha dado el resultado positivo que esperábamos, y seguimos con la sensación de querer salir corriendo, sería muy interesante que nos planteemos unas preguntas relacionadas con la persona en cuestión, como por ejemplo:
- ¿Esta persona me aporta más problemas que alegrías?
- ¿He dejado de ser YO, cuando estoy al lado de esa persona?
- ¿Doy más importancia a las opiniones de esa persona que a las mías?
- ¿Estoy más pendiente de lo que quiere esa persona que de lo que quiero YO?
- ¿Esta persona me chantajea emocionalmente?
- ¿A veces creo que me está manipulando, o veo una envidia desmedida en esa persona??
- ¿Considero que esta persona no me da tanto como YO le doy?
- ¿Nos hemos dado cuenta de que ya no somos los mismos que al principio y lo que nos unía ha desaparecido?
- ¿Me siento mal cuanto estoy al lado de esa persona?
- ¿Esta persona, se postula siempre como víctima o es excesivamente negativa en todo?
- ¿Esta persona suele tergiversar los hechos, para darles doble sentido y convertirlos en un “arma psicológica”?
Cuando nos hacemos todas estas preguntas, e incluso más que nos pueden surgir, sobre la persona con la que tenemos dudas, y la respuesta en varias de ellas es un SI… Quizá sea el momento de tomar decisiones.
De hecho, estoy convencido que, realmente, no es necesario que nos hagamos estas preguntas, pues en nuestro interior ya sabemos las respuestas y lo que deberíamos hacer. Sin embargo hay factores que nos impiden reaccionar, como por ejemplo:
- el miedo a la soledad o al abandono, ya sea de amistad o de amor
- baja autoestima
- la rutina o vínculos creados de tiempo atrás
- falsa sensación de seguridad
- necesidad de formar parte de algo
- seguir los condicionamientos sociales
- una dependencia emocional más fuerte de lo previsto
Estos factores y otros, son los que nos acaban llevando al límite, y los que, a la hora de tomar la decisión final, la convierten en algo dramático y desagradable. Por ello, es importante que, a la primera señal de que algo no está en su sitio, comencemos con el proceso de autoconocimiento, realizando las preguntas planteadas anteriormente, hasta que lleguemos a nuestras propias conclusiones. Y, lógicamente, ser capaces de ser valientes y tomar las decisiones adecuadas.
Lo principal es ser coherentes con lo que sentimos y luchar por nosotros mismos; dejar marchar a una persona que no debe estar a nuestro lado, es madurar, crecer, evolucionar y, en consecuencia aprender a ser felices.
Una vez leído este artículo sobre ¿Cuándo debo alejar a una persona de mi vida?, es el momento de analizar todo. ¿Tienes a una persona cerca a la que te gustaría alejar? ¿No sabes cómo hacerlo?
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