Necesito un milagro
El milagro, eso tan ansiado por muchas personas, tiene varias vertientes.
El ser humano, hablando de forma general, tiene la costumbre de decir frases similares a éstas:
“el año que viene sé que se va a arreglar todo”
“sé lo que esa persona está pensando”
“del mes que viene no pasa para ir al gimnasio”
y más por el estilo… Todas ellas denotan, sin lugar a dudas, la fe que tenemos las personas en que nos ocurran cosas buenas y estupendas.
Que conste, que opino que eso es perfecto ya que, pensar en positivo, es el comienzo para lograr los sueños; sin embargo y, por desgracia, muchas veces sólo se quedan en frases de “fe” y de buenas intenciones.
Es muy común desear que nos pasen sucesos maravillosos y tener una fe ciega en que van a ocurrir. Pero, ¿realmente van a ocurrir?
Voy a poner un ejemplo muy común, del que estoy seguro que todos conocemos a alguien para relacionarlo:
persona A: – ojalá me tocara la lotería, me solucionaría muchos problemas.
persona B: – tienes razón, sería una solución; por cierto, ¿juegas mucho?
persona A: – no… nunca me acuerdo de jugar
Es un ejemplo un tanto drástico, pero os aseguro que yo, personalmente, me he encontrado con este caso más veces de las que sería lo normal…
Voy a poner otro ejemplo:
persona A: – el año que viene, con lo que gane, me iré de vacaciones a las islas.
persona B: – genial !!! no sabía que ya hubieras encontrado trabajo, ¿en qué empresa estás?
persona A: – aún no lo tengo, pero me acabo de apuntar a una página de empleo y seguro que me llaman enseguida.
La fe mueve montañas, no lo dudo… pero, por desgracia, los milagros, no son algo que se deba esperar con tanta fe.
Y si alguien lo duda, que recuerde aquel viejo refrán: “A dios rogando y con el mazo dando“.
Como humanos que somos, no podemos evitar pensar en que las cosas se solucionarán por sí solas, pero la realidad demuestra todo lo contrario.
Si queremos que algo tome forme en nuestra vida, un milagro no es una solución. Si trabajamos en nuestros sueños con constancia, decisión, ilusión y alegría, os aseguro que se cumplirán.
Como siempre, hablo tanto de mi propia experiencia como la de los clientes a los que he ayudado hasta la fecha.
Para ello, el primer paso es saber claramente cuáles son nuestros objetivos; debemos plantearlos de la forma correcta y, sobre todo, deben ser “realizables”.
No me vale como objetivo: “jugar mucho a la lotería hasta que me toque“; supone un riesgo monumental, con una probabilidad mínima (acercándose a cero) de que suceda.
Un objetivo es, por ejemplo: “adelgazar 5 kg en dos meses siguiendo una dieta adecuada y realizando ejercicio de forma periódica“.
En este último ejemplo, no estamos esperando el milagro de adelgazar porque nos gustaría que sucediera; lo que estamos haciendo es marcar un destino final a un camino a recorrer que tiene sus paradas marcadas y estructuradas.
Sólo quiero hacer un llamamiento, a esa forma de pensar tan generalizada en el ser humano; las cosas no suelen pasar por sí solas.
Debemos luchar, aprender a reconocer el camino a seguir y, con ilusión, luchar por ello. No importa si paralelamente estamos “invocando” a las fuerzas universales para que nos presten algo de ayuda; lo que realmente importa, es que pongamos toda nuestra fuerza y capacidad en lograr que nuestro sueño se cumpla.
y… que la fuerza te acompañe !!!
4 Comments
Esperanza Guerrero
Buenas tardes señor Ignacio siempre me sorprende con sus publicaciones,FELICIDADES!.excelente .
Esperanza Guerrero
Buenas tardes señor Ignacio siempre me sorprende con sus publicaciones,FELICIDADES!.excelente .