¿Qué debo hacer si me mienten?
Qué debo hacer si me mienten…
Este artículo no está dirigido a aquellas personas que, por causas posibles alteraciones, mienten descontroladamente; hablamos de las mentiras del día a día que, en mayor o menor medida, se van emitiendo, sin necesidad de ser por ello un proceso clínico.
Las mentiras duelen, pican, molestan, dan rabia, generan desconfianza y, en resumen, nos alejan de las personas que nos las cuentan.
Es probable que, ante el descubrimiento de una mentira, nuestras reacciones se disparen. Como reacciones, me refiero a:
- un enfado evidente
- elevación del tono de voz
- cara amenazante
- actitud corporal agresiva
- etc.
Es decir, que algo tan simple como que alguien nos mienta, es capaz de convertirnos en un ser que realmente no tiene nada que ver con nosotros.
¿Por qué ocurre esto? Para empezar, deberíamos tener claro y aceptar que todo el mundo miente, de una forma o de otra, pero la mentira está ahí, en nuestro día a día. A partir de esta aceptación, sólo queda analizar el por qué y, antes de analizar las causas, es necesario que tengamos en cuenta que los motivos de la persona A, no van a ser los motivos de la persona B.
Cada persona miente por un motivo, que no tiene que ser comprendido por otra, pues son situaciones diferentes. Por ejemplo, en una situación compleja donde ponemos a un grupo de 5 personas, y las 5 emitan una mentira, es probable que todas lo hagan según su percepción, sistema de reacciones o experiencias vitales, pues cada persona verá esa situación de forma diferente.
Los motivos son innumerables, como por ejemplo:
- adaptarnos a una situación inesperada
- protegernos ante estímulos no deseados
- necesidad de aprobación
- cubrir otra mentira
- interés personal
- ganar tiempo para algo
- etc
Pero, que existan motivos “justificados” para emitir una falsedad, ¿hace que se deba permitir?
Vamos a estudiar de forma superficial lo que ocurre, generalmente, cuando una persona miente:
- el cuerpo o las articulaciones se mantienen rígidas
- se habla mucho, demasiado rápido, o se aporta mucha información
- se mantiene fija la mirada o excesivamente evasiva
- la boca tiende a secarse o la respiración no parece natural
- se tocan o tapan partes del cuerpo vulnerables
Todos estos signos evidentes de una posible mentira, nos hacen pensar que la propia persona que está transmitiendo una información “no correcta” se siente mal por hacerlo, sabe que no está bien y que no debería comportarse así; pero a pesar de esos pensamientos, lo hace.
El resultado es, claramente, esperpéntico.
Muchas veces no nos damos cuenta de que nos están mintiendo, ya sea porque no estamos atentos, porque desconocemos los “síntomas” o, lo que ocurre más a menudo, que confiamos tanto en esa persona (o en el mundo en general) que no nos permitimos dudar de sus palabras.
Pero, a veces, ya sea por prestar más atención, o porque sea evidente, “cazamos” la mentira… y ahí es cuando comienzan las reacciones de las que hablábamos al comienzo del artículo; y nosotros, como “víctimas” también sabemos que no deberíamos descontrolarnos, pero el dolor de esa mentira, puede con nosotros; si tenemos claro que no deberíamos comportarnos de forma salvaje, es cuando lanzamos al aire la pregunta: ¿Qué debo hacer si me mienten?
Aquellos que me conocéis, habréis escuchado de mi boca esta frase: “Con la comprensión llega el perdón“
Cuando sabemos el motivo por el que ocurren las cosas, es más fácil empatizar y comprender lo que ha construido dicha situación.
Lo que es evidente, es que cuando nos mienten nos hacen daño, más del que parece, y ese dolor que sentimos genera, de forma paralela, una desconfianza inmensa. Por otro lado, es muy lógico pensar que, quien miente una vez, lo va a hacer siempre, por lo tanto, perderemos un tiempo de nuestra vida muy elevado intentando confiar nuevamente en esa persona. ¿Compensa?
Todo esto genera frustración, y eso no es nada positivo, ya que el paso siguiente a la la frustración, es la ira, con las consecuencias que todos ya conocemos.
Ahora vayamos al proceso de comprensión.
La persona que miente, tiene un motivo para hacerlo, y algunos de esos motivos los hemos reflejado al principio del artículo. ¿Es posible que nos sintamos identificados con alguno de ellos? ¿Nosotros nunca hemos mentido? el que esté libre de pecado…
Tengamos también en cuenta que el “mentiroso” (salvo que hablemos de una patología clínica) suele tener un sentimiento de culpaCómo sacar mi fuerza interior elevado después de mentir, elevando su sentido de la culpabilidad a unos niveles bastante grandes, lo que le lleva a un bajón interesante de su autoestima. No tiene por qué darnos pena, pero tampoco deberíamos enfadarnos tanto por una mentira (salvo que sea sistemática, con lo que nos acercaríamos peligrosamente a un proceso clínico).
Nuestra actitud ante una mentira, debe trabajarse a través de la inteligencia emocional, planteándonos preguntas cuyas respuestas nos acerquen a la comprensión del hecho. El cual no lo justifica, pero suaviza nuestra reacción. Preguntas claras y simples como:
- ¿Por qué me ha mentido?
- ¿Qué ha querido ganar con ello?
- ¿Eso que quería conseguir, tenía otra forma de conseguirlo?
- ¿Le puedo ayudar a lograrlo?
- ¿Por qué me duele tanto su mentira?
- ¿Qué habría hecho yo en su lugar?
- ¿Por qué tiene miedo de decir la verdad?
- etc…
Las respuestas a estas preguntas sencillas, nos van a acercar mucho a descubrir la realidad del asunto. También nos van a evitar reacciones exageradas y nos ayudarán a comprender. Y como ya hemos dicho, con la comprensión, llega el perdón.
Creemos conversaciones constructivas y conseguiremos que el veneno de las reacciones violentas no nos afecten tanto, logrando más luz y positividad en nuestra vidas.
Si has leído completo este artículo sobre “¿Qué debo hacer si me mienten? habrás comprendido que todos somos humanos y todos podemos equivocarnos; de la misma forma que nos gusta que nos perdonen, también podemos hacer el esfuerzo de perdonar a los demás.
Ahora cuéntame, ¿Sueles mentir? ¿Cómo reaccionas ante una mentira?
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